21 jun 2013

De otro planeta...

Vengo de un mundo en el que querer está permitido. No hay límites para eso, se puede querer todo lo que uno quiere sin temer que le arrebaten el corazón.
En mi mundo perdonar es divino, pero de lindo, porque las reconciliaciones son un alivio para un alma dolorida.
Nadie sabe lo que es hablar a las espaldas, porque todos decimos las cosas mirandonos a los ojos.
Cuando pasa algo bueno, todos -pero todos- nos ponemos contentos por los demás, porque sabemos que con esmero y empeño se puede conseguir cualquier cosa.
Pelear por lo que uno quiere está bien visto y la gente que está a tu alrededor te apoya y te ayuda a salir adelante, porque generalmente cuando ayudamos a otros, también nos ayudamos a nosotros mismos.
En mi planeta se nos quiere por lo que somos y no por cómo somos físicamente o cuánto valemos en términos de dinero. Es que todos valemos algo para quienes nos rodean.
Vengo de un mundo en el que cuidarse y cuidar al otro es la base de nuestra existencia, en el que se respeta la manera de pensar y de vivir de los demás sin ningún inconveniente.
No existen las decepciones, porque nadie espera más de lo que los demás pueden dar.
Hace tanto que dejé mi planeta, que ya comencé a olvidar como se vive en él. Ojalá algún día pueda volver a encontrarlo...