22 sept 2018

Con sobrepeso (de culpas)

Estoy gorda, pesada, pasada de kilos...Si me miro al espejo lo veo, pero si cierro los ojos lo siento...
Hace años le busco una explicación que quizás no tenga...Entonces hoy decidí escribir este post.
Quiero bajar de peso, pero voy a empezar por el peso que siento cuando cierro los ojos.
Quiero liberarme de culpas y dejar libres a los que me llenaron de rencor alguna vez.
Hoy libero de culpas a quienes me rompieron el corazón. Quienes alguna vez se aprovecharon de mi, y me hicieron más vulnerable. Hoy me libero de la culpa de no haber sido más fuerte, o más coherente, o más astuta. Hoy soy libre de la remota posibilidad de lo que no fui.
Libero de culpas a los que me traicionaron, los que menoscabaron mi confianza una y otra vez y se aprovecharon de mis oportunidades. A los que no fueron honestos conmigo, a los que me mintieron mirándome a los ojos. Y me libero de la culpa de haber mentido, de haber traicionado, de haber sido deshonesta conmigo. Hoy me perdono y te perdono. Hoy te dejo ir.
Libero de culpas a los que no supieron o no saben seguir a mi lado en el camino de la vida, como pareja, como amigo, como familia. Me libero de la culpa de no haber sabido mantenerlos a mi lado.
Libero a mis padres de todos los errores que yo pueda cometer. No son culpables de nada. Me libero de la culpa de las expectativas que no pude llenar.
Hoy quiero ser libre de culpar y que me culpen.
Hoy quiero ser libre.
Solo por hoy.
Al menos solo por hoy.

9 jul 2018

Defensora de pleitos perdidos


Mi madre me enseñó cuando era chica que de todas las cosas malas siempre hay un aprendizaje y algo bueno que rescatar. De esa forma viví gran parte de mi vida justificando todo lo malo que me pasaba y buscándole la enseñanza.
Mi hermana me decía que antes de juzgar a una persona había que pensar por qué situación estaría pasando para actuar de esa manera. Entonces comencé a encontrarle justificación a todos los actos de los demás.
Desde chiquita me decían “defensora de pleitos perdidos” o “ahí estás, peleando contra los molinos de viento”. Y yo me calentaba. ¿Cómo podía ser que no se dieran todos cuenta que a los más desprotegidos había que defenderlos?
Crecí dándome la cabeza contra la pared, convencida que había que actuar bien sin importar cómo actuaran los demás.
Mi mayor defecto: Por mucho tiempo creí que era “decir las cosas, defendiendo mis ideales”. Hoy me doy cuenta que mi peor defecto es querer estar en paz con todo el mundo.
Un día alguien me dijo que no todos me iban a querer. No importa si soy buena o mala (eso explica por qué hay cada hijo de puta en la vuelta lleno de alcahuetes alrededor).
Somos reflejos de los defectos de otros, y los defectos de otros nos reflejan a nosotros.
Con el tiempo aprendí que desilusionarse de las personas no está mal. Que hay que elegir a quién se quiere y valorar al que te quiere bien.
El que te quiere a medias, el medio amigo, el que te acepta algunas cosas y otras no…ese no se merece empatía ni justificación. Ese se merece que lo dejes libre, en la búsqueda de otro más completo que vos que colme sus expectativas.
Siempre se rieron de mi por tener muchos amigos. Sin embargo, son pocas las personas a las que considero cercanas a mi vida.
Sigo aprendiendo que cuánto más nos cuidamos del afuera, cuánto más cerrado es el círculo, (con ciertas exigencias, obvio), más libres somos, menos sufrimos, menos solos nos sentimos.
Rodearnos de gente que no cree en nosotros, que nos desconoce ante el primer boicot, que no nos defiende cuando más la necesitamos no nos sirve de nada.
Yo, por lo pronto, seguiré defendiendo los pleitos perdidos y peleando contra los molinos de viento,  siguiendo mis ideales y defendiendo a los que quiero. 
Mientras, Viviendo y aprendiendo.