Nunca había
volado en un avión comercial.
Mi máxima
experiencia “por los aires” había sido un fugaz paseo en biplano, a fines del
2003, que no disfruté para nada y que nada tiene que ver con lo que voy a
contar.
Desde que
empezamos a planificar este viaje a Miami/Disney mi mayor preocupación eran los
vuelos. Yo le decía una y otra vez a Andrés, yo organizo absolutamente TODO,
pero por favor, arriba del avión, déjame tomarme una pastillita y ocúpate de
los nenes.
Las cosas de
la vida hicieron que un error de Tam nos ubicara en el vuelo de Montevideo a San
Pablo a los 4 en asientos separados.
Debo reconocer
que el avioncito ese es más parecido a una lata de sardinas que a un jet. Nos
tocó en la última hilera, pegados a los baños. Yo sentada con una pareja,
contra el pasillo. Fran, también contra el pasillo en mi misma hilera, con un
señor y su hijo y en la hilera de adelante, Guille también del lado del
pasillo, con la esposa del señor que iba junto a Fran y su hija. 20 hileras más
adelante, Andrés.
Adelante
nuestro, un matimonio medio veterano con un hijo de 11 años.
Ese vuelo medio que podría quedar
para el olvido. Ni fu ni fa. "Como ir a Paso de los Toros en Nuñez", dijera
Guille.
Se armó una especie de comunidad
del Chavo en el fondo, donde todos nos chusmeteamos todo, a donde íbamos, con quien viajábamos,
cuántos días y las gangas que conseguimos, bla bla bla…Llegamos a San Pablo.
Mi segunda mayor preocupación: Los aeropuertos. Una papa! Tanto San Pablo como Miami. Nada para decir. De
hecho en Miami nos quedamos como esperando “los trámites” y resulta que ya estábamos
afuera!
Ahora lo anecdótico de la nota…
Se puede decir que jamás había volado
tan alto, por lo tanto jamás había sentido esa sensación.
En el vuelo San Pablo Miami que fue toda la noche (salimos a las dos de la mañana y llegamos acà como a las ocho) vi noche y día. No pegué un ojo y no de nervios, sino de emoción.
Me cuesta un poco explicar. No tiene nada que ver con el viaje, ni los planes, ni los niños, ni Disney. Fue un vìnculo directo entre las nubes y yo.
Sentí que conecté de una extraña forma conmigo misma, me llené de la energía del mundo.
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ATENCIÒN MOMENTO DE DELIRIO ENTRE LINEAS, PODÈS SALTEARTE ESA PARTE SIN PROBLEMAS, GRACIAS
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De a ratos el aviòn se sacudía y decía a mi misma Puta, hacé bien las cosas Maru! el Flaco (Dios segùn mi amiga Kari) te está mandando un mensaje (y sí sí, tenía que meter una mala palabra para aplacar un poco lo de la conexión con la energía del mundo, y la metí al lado de Dios, porque yo soy yo...y sigo escribiendo porque ya empecé a delirar...)
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Por fin entendí que cuando una
persona tiene grandes aspiraciones o consigue grandes logros se le dice que “voló
o quiere volar alto”. También entendí muchas otras cosas que trato de procesar
para poder explicar.
Ver el mundo desde arriba, las
nubes durante el día a mi costado, una de ellas dónde nacía un arcoíris. Ver
las estrellas a los lados y no hacia arriba. Mirar hacia abajo y ver las
ciudades de Brasil en la noche, que parecían pintadas de oro en la inmensidad de la tierra,
y yo ahí arriba, un puntito en el medio del inmenso Universo.
El avión se movió muchísimo.
Atravesamos una tormenta TREMENDA en Venezuela, hubo mucha turbulencia. Yo no
iba sola, además de ir con mi familia iba alguien más; estoy segura que no estaba sola.
La paz que sentí ahí arriba no se
si voy a volver a sentirla alguna vez. Creo que me encontré a mi misma. Creo
que encontré a la Maru que hace tiempo estoy buscando y tanto me ha costado
encontrar.
Me di cuenta que yo nací para
volar alto, que yo no puedo permitir que nada más me detenga.
Me di cuenta que yo
pertenezco a las alturas, que no tengo techo, que no tengo límites.
Cueste lo que me cueste
nunca más NADIE me va a atar al suelo y no dejarme despegar.
Yo ahora se quien
soy y quien quiero ser, y todo eso lo descubrí, en un paseo por las nubes.