29 jul 2016

El Cerezo


Era una noche de primavera de hace ya como ocho años.
Había tenido una discusión con mi (entonces) esposo y salí llorando de mi casa. Necesitaba caminar, tomar aire, desahogar.
Mi hermana vivía cerca de casa, la llamé y me tomé un taxi hasta su casa. 
El recorrido a debía ser una simple L, eran no más de 7 cuadras sin cero misterio. Iba mirando el celular cuando veo que el taxista dobla un poco antes. Levanto la cabeza y me dice:

      - No te asustes, no te voy a hacer nada. Es más, voy a apagar el contador de fichas. Me quiero desviar un momentito. Créeme que vale la pena.

Debo reconocer que me asusté al instante, pero era tan cerca dónde me llevaba, y en realidad seguía de camino a lo de mi hermana, que a menos de dos minutos ya estaba tranquila.
Agarró una callecita oscura y paralela a la que veníamos y a la media cuadra paró. Ya no tenía miedo. No me inspiraba amenaza alguna.
-            
         - ¿Ves ese árbol? – Me dijo señalando un árbol de mediano tamaño, lleno de florcitas rosa blancuzcas.
           - Sí, Divino.- le contesté.
         - Es un Cerezo. He pasado miles de veces por acá y nunca lo había visto en flor hasta hace un tiempo. La primera vez que lo vi, tenía un día como el tuyo de hoy. Algo se me vino a la mente y es eso lo que quiero compartir. Durante mucho tiempo del año este árbol permanece sin flores y es un árbol cómo cualquier otro. Esta cuadra pasa totalmente desapercibida si no está en flor. Pero hay una época en el año en que florece y muestra todo lo bello de sí. A veces, las cosas no son tan malas como parecen, solo es necesario esperar a que lo bueno pueda florecer. No sé lo que estás pasando, te vi mal y quise compartirlo contigo.


Desde ese día me desvío siempre que puedo para pasar por allí. A veces el cerezo está sin flores, para recordarme que todo pasa. Otras veces lo veo en flor, y me acuerdo de ese señor, que sin conocerme, me dio un lindo mensaje de vida, que tengo presente en todo momento. 

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